La diosa azteca Tlazolteotl
del Codex Vaticanus B, Biblioteca Vaticana, Roma
(Foto de un facsímile de 1898. Thames Hudson Archive)
Cuando Cortés vio por primera vez la floreciente ciudad de Tenochtitlan quedó impresionado por su belleza, la increíble riqueza y el lujo. Entre otras cosas también el suministro médico y las instalaciones higiénicas de esta ciudad azteca debían de ser ejemplares.
Cortés cuenta: "Se encontraban casas que eran farmacias donde se podían comprar jarabes preparados, pomadas y apósitos."
Cuando los espaņoles se retiraron en 1521, dejaron tras sí, una ciudad destruida y profanada, el pueblo estaba casi extinguido. Con la "ira santa" de su convicción misionera, los espaņoles destruyeron casi todos los testimonios y dibujos que tuvieran relación con la religión natural de los aztecas. Sólo quedó un escaso material que hoy en día puede ser interpretado con muchas reservas.
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La diosa azteca Tlazolteotl
del Codex Vaticanus B, Biblioteca Vaticana, Roma
(Foto de un facsímile de 1898. Thames Hudson Archive)
La creencia azteca, con toda su atrocidad de ofrendas humanas, parece estar impregnada de un profundo pensar naturista. Así la diosa Tlazolteotl representada es la madre tierra, donadora de vida y diosa de la fecundidad, y, a la vez también, la cruel portadora de la enfermedad y diosa de la locura. Ella se apodera del hombre, penetra en él y le deja caer en convulsiones.
La imagen muestra a la diosa con los síntomas de la enfermedad, que ella misma aporta a los afectados. El rostro desfigurado con los ojos acuosos, los miembros contraídos y retorcidos, también la boca espumante y ensangrentada, permiten reconocer la epilepsia. Además, la diosa lleva en una mano mazorcas de maíz como símbolo de la vida, en la otra un sonajero, que por una parte era instrumento ritual de la danza de la fecundidad, y por otra simbolizaba también, la enfermedad-azote.
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